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Uno de los “temas” que me han interesado y que de vez en cuando reaparece como un bucle es la preocupación por la línea, por el gesto casual o trazo gestual. Se me ocurre poner un ejemplo: Usted está estudiando el diseño de su propia firma hasta que, finalmente, en uno de esos gestos, logra descubrir algo que le parece perfecto. Entonces lo memoriza, lo hace consciente, para después volverlo a convertir en casi un gesto involuntario. Algo de esto tienen esos garabatos que uno hace mientras habla por teléfono o algunos de esos dibujos de niños. Es la perfección encontrada en un simple trazo de lápiz o en una pequeña rama que fundo en bronce, o la perfección encontrada en una aparente maraña de hilos. 

También me han interesado siempre todos los materiales, investigar sus posibilidades de manipulación y conocer sus características plásticas, cómo se comportan con la luz, por ejemplo. Mis tubos de neón o argón me gustan tanto cuando están encendidos como apagados.

Otra cosa que me gustaría decir es que si hay un hilo conductor en mi obra, ese es la espiritualidad y el deseo. Lo que me empuja a seguir trabajando es volver a sentir la sensación de haber dado en el clavo, ser el medio para crear algo que está por encima de mi capacidad. Las obras que conservo son las que siento que las ha tocado Dios.